Según la ‘Clínica Universidad de Navarra’, la hipertensión pulmonar es una situación patológica en la que las presiones de la circulación (arterias pulmonares) están aumentadas. La presión sanguínea en estas arterias se eleva a niveles mucho más altos de los normales. Esto genera mucha tensión en el ventrículo derecho del corazón, lo que causa que se aumente el tamaño.
Los síntomas de esta patología se desarrollan lentamente y es posible que se noten con el pasar de los meses o años. Los signos y síntomas son los siguientes
• Color azulado en los labios y la piel.
• Presión o dolor en el pecho.
• Mareos o desmayos.
• Pulso rápido o latidos fuertes del corazón.
• Fatiga
• Falta de aire. Esta se puede evidenciar mientras se hace ejercicio o con el tiempo mientras está en reposo.
• Hinchazón en los tobillos, las piernas y, con el tiempo, en el abdomen.
¿Cómo se diagnostica?
Según el mismo medio, el diagnóstico de la hipertensión pulmonar se realiza mediante un ecocardiograma en el que se ven los signos de aumento de presión. Para mirar la gravedad de esta enfermedad se requiere un cateterismo cardíaco derecho.
Sin embargo, también se realizan otras pruebas diagnósticas como:
• Pruebas de función respiratoria.
• TAC (escáner) torácico o angio TAC.
• Gammagrafía de ventilación – perfusión.
• Analítica (función renal, hepática, tiroidea, inmunidad).
¿Cómo se trata?
Hay diferentes tratamientos y estos varían dependiendo de la causa o de la gravedad de la hipertensión pulmonar. Los tratamientos más utilizados suelen ser administrados por vía oral, sin embargo, en situaciones graves se requiere administrar el tratamiento mediante infusión continua subcutánea o endovenosa.
Pero si el caso es muy grave, se puede considerar la necesidad de un trasplante pulmonar, trasplante cardio-pulmonar o cirugía cardíaca.