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viernes, diciembre 8, 2023
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PUERTO RICO: LA ISLA FASCINANTE

La isla de Puerto Rico fue descubierta el 19 de noviembre de 1493 en el segundo viaje de Cristóbal Colón a América

Por Emilio Martínez Paula

Recuerdo que cuando llegué a Puerto Rico en los primeros meses del año 63, venía contratado para trabajar en el diario El Imparcial, el de mayor circulación en esos momentos, con un salario de 66 dólares a la semana, con lo que me tenía que mantener y enviar dinero a mi mujer y mis hijos que estaban en Madrid, España. Para esos días no era un mal salario.

Como El Imparcial se editaba en un edificio del Viejo San Juan, le pedí al taxista que me traía del aeropuerto que me dejara en algún hotel cercano al periódico y me hospedé en El Internacional, que cobraba 3 dólares la noche.

Era un lugar de buen aspecto, así que una vez que dejé en mi habitación las pocas cosas que traía. Bajé y me comí un bistec con papas fritas y conseguí una taza de café expreso, negro sin azúcar. Prendí un tabaco. Salí a la calle y llamé a Oscar Boffill, que había sido administrador de un diario en La Habana que yo dirigía cuidadosamente para no hacerle el juego a la dictadura sangrienta de Castro, pero tampoco enfrentarme al tirano. Aunque el 26 de Julio, que ya estaba en la oposición me había pedido que encontrara una forma de poner al pueblo alerta sobre el tirano. Boffill me prestó 30 dólares, para tener tiempo a esperar que me pagaran en El Imparcial.

En El Imparcial recibí mi primera lección del tacto que usan los puertorriqueños para decir y llamarle la atención a una persona sin lastimarla. Estaba yo de lo más entretenido en mi trabajo, fumándome un buen tabaco, cuando el director me llamó aparte, amablemente: Don Emilio, me dijo, tengo un problema muy serio que no sé cómo resolver.

Dígame si en algo le puedo servir, señor director, dije un tanto intrigado.

Pues resulta que la jefa de redacción me acaba de informar que va a renunciar pues no resiste el olor de los tabacos que usted fuma…

Pues ya tengo la solución, le respondí con mi mejor sonrisa, pues inmediatamente apago mi tabaco y no fumo más. –Muchas gracias don Emilio, me respondió el director. Y así pude trabajar allí más de dos años.

Un compañero de trabajo me llevó a casa de Doña Lola, puertorriqueña, que alquilaba habitaciones en la calle Luna, que en esa época no tenía muy buena reputación, porque la merodeaban ciertas damas del mal vivir.

Como el dinero no me alcanzaba para mantenerme y mandar a mi esposa e hijos que estaban en España, conseguí los jueves y viernes un trabajo en el semanario The Island Time, que me pagaba 40 dólares. Allí hice amistad con el director del semanario Luis Muñoz Lee, que daba la casualidad que era el único hijo varón del gobernador de Puerto Rico, Luis Muñoz Marín.

Un viernes Muñoz Lee me invitó a tomar una copa de vino en el Burrito, un bar concurrido por gente de alegre continente.

En medio de la conversación la televisión dio a conocer que Muñoz Marín no aspiraría la reelección.

¿Quieres conocer a mi padre?, me preguntó muñoz Lee.

Hombre, claro que sí, pero debe de estar muy ocupado.

Y salimos rumbo a La Fortaleza, una antigua mansión, casi inexpugnable, construida durante la colonización.

Llegamos allí cerca del amanecer.

Al filo de las siete de la mañana llegó Muñoz Marín, un hombre alto, de más de seis pies, corpulento sin estar barrigón. No lucía cansado. Me puse de pie. Siéntese me dijo Don Luis, amablemente. A pesar de la hora nos dio una breve explicación: Consideraría que he fracasado si después de estar ocho años en el poder, no tuviéramos un puertorriqueño capaz de continuar la obra del Partido Popular.

Después tuvimos una conversación ligera e intercalada por algunos chistes.

Si yo quisiera podía aspirar a la presidencia de la República de Puerto Rico, con grandes posibilidades de éxito, pero por el momento el ELA, el Estado Libre Asociado es lo que le conviene a Puerto Rico y deja los caminos abiertos hacia la independencia o la estadidad, nos dijo Luis Muñoz Marín.

Don Luis me atreví a preguntarle: seriamente qué cree usted que podemos hacer para derrocar a los Castro.

Pensar en que puede llegar el momento, pero estén preparados para una lucha de no menos de cuarenta o cincuenta años. Si los Estados insisten en eliminar a Castro, se buscarán el odio de todos los países de Hispanoamérica.

Y Castro todavía tiene mucho apoyo del pueblo. Por supuesto no creí en las palabras de Don Luis Muñoz Marín, pero su genio político le permitió ver el futuro.

Luego fui descubriendo que Puerto Rico es un país de sólidos principios democráticos, aunque yo sabía que, durante la Guerra de Independencia de Cuba y Puerto Rico contra España, fueron a pelear a Cuba formando legiones, ganando todos los grados en combates.

El general Rius Rivera, puertorriqueño, peleó en Cuba luchando por ver a Cuba y Puerto Rico independientes. Puerto Rico es un país de grandes poetas y pintores, excelente novelistas y seres humanos de gran calidad. Su clima es excelente. La belleza de su paisaje es paradisíaca, aunque en invierno las goticas de sudor son un poco más chiquitas.

Siempre recuerdo a Puerto Rico, ‘la Isla del Encanto’, con respeto, admiración y afecto.

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