El primer deber de un patriota, de un guerrero, de un idealista, es el de sobrevivir para ver y lograr la culminación de su obra, la realización de su sueño.
Convertir las palabras en puños, las promesas en hechos, las ideas en acciones.
Vestir de largo y de gala su agenda de lucha.
Convertir su estrategia en un plan de negocios, su causa en una gran empresa, su lucha en una imparable y perfecta maquinaria de guerra y victoria.
Guerra política, económica, social, cultural, psicológica.
Al suave y al duro, adentro y afuera, abajo y arriba.
7/30.
Con la pluma y con el fusil, con el micrófono y el machete, con la pistola y la palabra.
En la calles, los parques, las escuelas y los púlpitos.
En las cárceles y los cuarteles.
En las redes sociales, en la Academia, en los foros internacionales.
En cuanta tribuna y trinchera exista o fabriquemos.
Para, luego, al final, obtenida la victoria definitiva, ya en el piso, ensangrentada, la cabeza cortada de la tirania, poder decir,
a los cuatro vientos, llenos de júbilo y de alegría, con orgullo y dignidad:
! MISIÓN CUMPLIDA !