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domingo, octubre 1, 2023
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NERUDA CANTOR DEL TOTALITARISMO

Por Emilio Martínez Paula

Hablaremos de Pablo Ne-ruda, extraordinario poeta chileno nacido el 12 de julio de 1904 en Parral, Chile y premio Nobel de literatura 1971, que falleció el 23 de sep­tiembre de 1973, momentos en que nosotros vivíamos en Puerto Rico, la isla fascinante. Tal vez se está pensando recordar su nacimiento o fallecimiento.

Es cierto que su libro Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada, escrito a los 20 años es uno de los libros más vendidos, pero su poesía está com­prometida con el Partido Comunista, y su Canto a Sta­lin, Oh Stalin, padre de los pueblos, le ganó el premio de ese nombre, mientras Stalin hacía fusilar a todos los miembros del Buró Político, los compañeros que le ayudaron a tomar el poder en Rusia

Sin embargo Residencia en la Tierra se ha calificado como una ex­traordinaria poesía de Neruda, sin que volviera a escribir otra de su misma calidad.

Bien, nosotros no estamos inte­resados en meternos en el mundo de la poesía, pero ya que comenzamos a tocar el tema, hablaremos algo del po­eta para terminar con un artículo que escribimos en El Imparcial, el diario de mayor circulación en Puerto Rico en esos momentos, sobre un hom­enaje que le iba a dedicar la Televi­sora del Pueblo de Puerto Rico, al saberse la muerte de Neruda, al que calificaron “del mejor poeta de este siglo”, lo cual no es verdad. Por eso los comunistas no son confiables porque su calificativo para juzgar la obra de los miembros del Partido no se ajusta a la ver­dad. Si se es miembro del Partido Comunista, lo califican siempre como el mejor, aunque sea mediocre.
Neruda, muy joven, conoció a Gabriela Mistral, la que lo consideró como poeta y lo alentó a que siguiera en el mundo del verso. También trabajó como peri­odista en la revista Claridad, en la que publicó algunos poemas suyos. Tras publicar algunos libros de poesías, en 1924 alcanzó fama internacional con Veinte poemas de Amor y Una Canción Desesperada.

Los problemas económicos obligaron a Neruda a emprender la carrera consular que lo llevó a residir en Birmania, Ceilán, Java, Singapur, y entre 1934 y 1938 en España donde se relacionó con Federico García Lorca y otros poetas componentes de la llamada generación del 27 y fundó la revista Caballo Verde Para La Poesía. Desde su primer momento tomó partido por la “poesía sin pureza” y próxima a la realidad inmediata en el sentido de su toma de conciencia social. Apoyó a la República al estallar la guerra civil y escribe Es­paña en mi Corazón. De nuevo aparece “Residencia en la Tierra”, publicado en dos partes en 1933 y 1935 y que forman el eje de su segunda etapa, formada por imágenes muy audaces y originales de raigambre surrealista que expresan una visión desolada del ser hu­mano, extraviado en un mundo caótico e incompren­sible.

De regreso a Chile en 1939 Neruda ingresa en el Partido Comunista y su obra experimenta un giro ha­cia una altiva militancia política. En 1945 fue el primer poeta en ser galardonado con el Premio Nacional de Literatura. Desde su escaño de senador se dedicó a denunciar los abusos y las desigualdades del sistema. Esto provocó la persecución del gobierno y se asiló en la Argentina.

De allí pasó a México y después a la URSS, China y los países de la Europa del Este. Tras este recorrido recibió el premio Lenin de la Paz, volvió a Chile. Su poesía inició una nueva etapa en la que la simplicidad formal se confundió con una gran intensidad lírica y un tono general de serenidad. El mismo título de una obra central de esta etapa Odas Elementales caracterizó los versos de aquellos años. En 1956 se separó de su segunda esposa Delia del Carril, para unirse a Mat­ilde Urrutia que lo acompañaría hasta el final de sus días.

Su prestigio internacional fue reconocido en 1971 cuando le concedieron el Premio Nobel de Literatura.
El año anterior había renunciado a la candi­datura presidencial a favor de Salvador Allende, quien lo nombró poco después embajador en París. Dos años más tarde regresa a Chile gravemente enfermo. Fallece el 23 de septiembre, profunda­mente afectado por el golpe de Estado que doce días antes había derrocado a Salvador Allende. Su publicación póstuma es la biografía “Confieso que he Vivido” donde hace una crítica nada favorable del poeta cubano, también comunista, Ni­colás Guillén el que le respondió: Neruda confiesa que ha bebido.

Y para poner punto final a estas mal hil­vanadas palabras, vamos a recordar cómo terminó el intento de rendir homenaje a Pablo Neruda en los días que se dio a cono­cer su muerte el 23 de septiembre 1975.

La Televisora del Pueblo de Puerto Rico convocó a un homenaje nacional a Pablo Neruda, el mejor poeta de este siglo, lo que me llamó la atención pues me pare­ció una simple artimaña de los comunistas, una falta de respeto.

Trabajaba en esos momentos en el Im­parcial y publiqué un editorial titulado NERUDA CANTOR DEL TOTALITARISMO.

Este Neruda que en ciertos momentos siguien­do instrucciones del Partido Comunista elogió a Trujillo el dictador de República Dominicana, que ganó el premio Stalin elogiando a Stalin, un asesino de sangre fría, al que llamaba ¡Oh Stalin padre de los pueblos, que en La Habana gritaba ¡Paredón, Paredón, apoyando los fusilamientos y en las fo­tos donde aparece abrazado al tirano Castro, en sus pupilas se refleja el rojo incendio de infernal Sodoma, en cambio se atrevió a atacar a un poeta del campo democrático con unos ripios insolentes y bajunos: “Muñoz Marín con tus garras y tu bigote, te bebiste la bandera de la patria, chofer del whisky norteamericano”.

Por supuesto el homenaje fue cancelado, aunque Muñoz Marín ya no era gobernador, al que recuerdo muy bien pues un viernes por la noche que estaba en El Burrito, un bar del Viejo San Juan, conversando con Luis Muñoz Lee, un gran amigo mío, hijo de Muñoz Marín. Al filo de la media no­che, la televisora dio a conocer que el Gobernador no aspiraría a la reelección.

¿Quieres conocer a mi padre? Me preguntó Muñoz Lee. ¡Hombre para mí sería un honor! Al filo de las dos de la madrugada llegamos a la for­taleza. Mientras esperábamos nos sirvieron unos pedacitos de carnes y una copa de vino rojo. Al filo del amanecer llegó Don Luis Muñoz Marín. Me puse de pie, me extendió la mano. “Aquí queremos mucho a los cubanos”, me dijo amablemente. A la pregunta de su hijo dijo que no aspiraba a un tercer cago como gobernador porque si en ocho años de su mandato el Partido Popular no tenía un hombre capaz para sustituirlo él se consideraría fracasado. Hablamos de distintos temas y hasta intercambiamos algunos chistecillos. “Don Luis, cómo podremos salir de la tiranía de los Castro, le pregunté”. Su respuesta me sorprendió: “Castro representa y sostiene todo el odio contra los Es­tados Unidos, y como hemos visto es un hombre capaz de fusilar miles de seres humanos, estará en el poder por los próximos cuarenta años”. Tan simple aunque me pareció una exageración. Pero estaba en lo cierto. Era 1966.

A petición de las autoridades de alta cultura de Puerto Rico yo les presenté el libro donde Neruda insultaba a Muñoz Marín.

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