La alarma más reciente la emitió Panamá, donde esta semana se informó la ocupación del 100 % de las UCI en todos los hospitales privados del país, mientras los profesionales del sistema público mantienen su protesta ante un previsible colapso
El coronavirus, que sigue imparable en Latinoamérica con unos 3,5 millones de casos y más de 145.000 muertes, ha puesto contra las cuerdas a los frágiles sistemas de salud de la región, donde numerosos países afrontan ya dramáticas situaciones de saturación hospitalaria, escasez de profesionales y desborde de servicios funerarios.
En plena fase de transmisión “intensa” del virus, como lo ha descrito la Organización Mundial de la Salud (OMS), países como Panamá, Ecuador, Perú o Bolivia han ad-vertido en la última semana de un desborde, mientras otros, como Colombia, Brasil o Chile, intentan mantener a flote los servicios con la capacidad hospitalaria a tope en varias de sus ciudades.
La saturación de los servicios ha ido es-calando a la par del aumento vertiginoso de contagios en la región, que alcanzó en los últimos días el primer lugar del mundo en número de casos y el segundo en decesos, después de Europa.
“Es un enorme cuello de botella. Los contagios aumentan exponencialmente, y estadísticamente se sabe que un 5 % va a terapia intensiva, lo que requiere de una estructura del sistema de salud amplia para evitar morir sin ser asistido, que es lo que está pasando, la gente muere sin tener una asistencia digna”, advierte a Efe el especialista en medicina intensiva Gustavo Grecco, integrante de la Confederación Médica Latinoamericana y del Caribe y presidente del Sindicato Médico de Uruguay.
En este momento la región de América Latina y el Caribe registra más del 50 % de los contagios del continente, con Brasil, Perú, Chile y México entre los diez primeros del mundo en cuanto a cifras totales de casos y con un repunte de infectados en naciones como Colombia, Costa Rica, Bolivia y Pa-namá.
La saturación en Brasil, el segundo país del mundo más afectado por el COVID-19, ha sido transitoria, por regiones, y ha tenido que ver con la migración del virus.
Ese avance desigual del COVID-19 también se ha reflejado en Chile, donde están ocupadas 2.382 “camas críticas” de un total de 2.828.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha advertido del desplazamiento de la COVID-19 de las grandes urbes a otras más pequeñas y con menos recursos para afrontar la pandemia.
Es el caso de Perú, donde tras el colapso de los hospitales de las amazónicas Loreto y Ucayali, la pandemia se ha extendido por la selva central, en donde el oxígeno se ha convertido, como ya pasó en otras regiones del país, en un material escaso.