Por Emilio Martínez Paula
Antes de cambiar la línea de mis artículos, para dejar descansar al lector con temas siempre preocupantes, quiero repetir lo que ya hemos publicado: que Obama no quiere a los Estados Unidos, como ya ha dicho Rudy Giuliani, el valioso exalcalde de New York, aunque yo he llegado a pensar que más bien lo odia. ¿Por qué?
También creía que Obama cometía errores, que no sabía bien lo que hacía. Lo que era peligroso. Ahora pienso lo contrario. Que hace lo que quiere, para seguir sus planes. Lo que lo hace más peligroso todavía.
Durante la administración del presidente Obama, con sus concesiones ha fortalecido, hasta ahora, la dictadura sangrienta de los hermanos Castro. Ha permitido que Putin ponga bases militares, recientemente, en Cuba, Venezuela y Nicaragua, que inclusive su presidente Daniel Ortega, hombre de extrema izquierda, que pretende quedarse en el poder un año tras otro, para siempre, también ha hecho saber que está en disposición de dar refugio a los terroristas de la FARC. Es fácil de ver que hay un movimiento rumbo a la izquierda, en cierta forma dirigido por Fidel Castro, con Correa, Maduro, Evo Morales a la cabeza, todos dispuestos a permanecer en el poder por lo menos unos cincuenta años, sin olvidar a la peligrosa Dilma Rousseff, con sus antecedentes peligrosísimos también, de guerrillera. Después de todo, piensan, si Fidel Castro lo ha hecho y se lo han permitido por qué no ellos.
El mundo vive aterrorizado, que el terrorismo campea por su respeto, en una Tercera Guerra Mundial, y los Estados Unidos ya no es la nación que imponía y sostenía la democracia en el mundo, al contrario.
Para asombro de muchos, tengo la impresión que el señor presidente de los Estados Unidos Barak Hussein Obama, cuando falten dos o tres meses para terminar su mandato, le declarará la guerra a cualquier país, claro pequeño, o sabe Dios a quién, o llegará a un “acuerdo” y logrará que cualquier país le declare la guerra a los Estados Unidos.
Bien, lo prometido es deuda. Dijimos al principio de estas líneas que era hora de cambiar los temas. Empecemos.
Cansado de seguir los pasos de Don Quijote, el caballero de la triste figura, y a Sancho Panza, su fiel escudero, sin que el mundo cambie su enloquecido rumbo, dejamos descansar al lector con nuestras habituales catilinarias protestando sobre esto y lo otro. Basta ya de confundir molinos con gigantes.
Además, recordemos que Sancho era la natural inteligencia del pueblo, que cuando estaba muy cansado de seguir los caminos de Don Quijote, se tiraba en la cama exclamando ¡Bendito sea el primero que inventó el sueño!
Así mismo recordamos que lamentando la muerte de su señor, al recibir la grata nueva de que éste le mencionaba en su testamento, exclamó emocionado ¡Los duelos con pan son menos!
Los entendidos en estas proezas literarias repiten una y otra vez que las aventuras que nos contaba el famoso Manco de Lepanto es obra cumbre del idioma español, olvidando que fue escrita en buen castellano y hubo que traducirla al español. Sin dudas recoge el refranero de la época y se enfrentó a las novelas de caballería que parece que eran peores que las novelas sentimentales que tiranizan hoy la televisión.
Mi preferencia, posiblemente porque no me alcanza la imaginación para seguirle los pasos al caballero de la triste figura, son los versos ripiosos del Don Juan Tenorio y Don Luis, que comienzan cuando Don Juan, molesto por los gritos de la gente que merodeaban cerca del lugar donde escribía, amenazaba ¡Cuan gritan estos malditos, pero mal rayo me parta si en terminado esta carta no pagan caros sus gritos!
Hay otro momento que recuerdo muy bien, cuando Don Juan Tenorio, al que su padre ha desheredado, y dedica parte de su fortuna a darle cristiana sepultura a los que su hijo ha matado y este visita el cementerio donde descansan sus víctimas y dice: “No os podéis quejar de mi, si buena vida os quité, mejor sepultura os di”
Pero vamos a tratar de explicar por qué este trabajo se podría titular ¡No me tome el pelo, compadre! Pues simplemente se usa esta expresión para advertir al que nos habla que nos da la impresión que “nos está tomando el pelo”, que no quiere engañar. Una expresión, como tantas otras, casi y sin casi, disparatada.
Vamos a entrar ahora en otro aspecto controvertido, nos alejamos de seguir un camino tan transitado y vamos a examinar “individualmente” algunas palabras o expresiones: Una muy curiosa papichulo esta palabra ha entrado recién en el dicciona-rio de la Academia de la Lengua Española. Pues bien significa hombre muy atractivo que atrae a las mujeres. Un poco ridícula, ¿verdad?
Nos recuerda la palabra chulo, hombre que vive de las mujeres por ser muy atractivo, o un chulo que vive de las mujeres y en particular de las prostitutas.
GUAGUA, es una palabra que tiene varias acepciones. En Cuba guagua es lo mismo que autobús y esta acepción ha pasado por el océano Atlántico y se emplea en las islas Canarias. De guagua en Cuba es lo mismo que de balde, gratis. En la América del Sur, desde el Perú hasta Chile y Argentina guagua significa “niño tierno”.
También hay otra versión, se dice que en el río Almendares, en Cuba, usaron un sistema para cruzar el río con unas pequeñas lanchas y que parece que un turista al ver las lanchitas las llamó guaguas por lo pequeña que las encontró y que así comenzó la tan ida y traída palabrita.
Ahora vamos a las “palabras peligrosas”, que producen la sensación que los mismos países de Hispanoamérica están separados por el mismo idioma, pues palabras que en un país son inocentes y en otros no pueden pronunciarse: niña en algunos países es la criada y hasta suele ser mujer de mala reputación, mientras que en otros las criadas dicen niñas a todas las mujeres de la familia a la que sirven aunque pueden tener ochenta años.
Peligroso es el verbo coger, que lo usamos en cada momento. Se coge el autobús, se coge un libro para ojearlo. Pero no la use digamos en Buenos Aires o en Montevideo, lo mismo que en Cuba, Guatemala, Nicaragua, México, Perú, Venezuela donde tiene sentido obsceno. Lo que pasa con coger puede también ocurrir con “pisar” en la América Central, en Ecuador y Cuba; tirar en Chile, Colombia, México.
Les daremos una lista de sustantivos que se deben usar con cautela: bicho en Puerto Rico, alude al órgano sexual del hombre, igual que machete en Venezuela, picha en España, Cuba. Sin embargo en Cuba para elogiar a un tipo muy vivo dicen: ¡Fulano, ese tipo es un bicho, tú, se cuela en cualquier negocio!
Concha, palabra inocente en la mayoría de los países de habla hispana y tradicional y hermoso nombre de mujer, no debe usarse en los países del Río de La Plata. Si Conchita va a Buenos Aires mejor se hace llamar Consuelo, para no tener malas interpretaciones. En España suele decirse, y en otros lugares también, Chuchita como hipocorístico de Jesusa, pero ojo con usar el diminutivo porque chucha es palabra obscena en muchos países, sin olvidar la papaya que no hay que pronunciarla en las Antillas donde tiene el nombre de fruta bomba, como en La Habana y Papaya en Oriente.
La palabra huevos hay muchos lugares donde no debe usarse, porque resulta obscena. Se sustituye por blanquillos, sobre todo en México.
Bien, es casi imposible formar una lista de palabras peligrosas en América. Lo que se considera obsceno aquí, es inocente apenas 20 kilómetros y viceversa. Pero, siempre que viajamos debemos cuidar nuestras palabras.