Cristina Fernandez Cubas, sido galardonada con el Premio Nacional de las Letras Españolas de 2023. El jurado ha destacado a la autora “por la magia de su narrativa, que la ha llevado a ser considerada como una de las mejores cuentistas españolas. Por el dominio fascinante del empleo de la concisión para narrar historias, que se nutren de la literatura fantástica, y que hace llegar al lector de manera intensa hasta cambiar la forma de entender las cosas”.
Se premia así, además, al género del cuento, muchas veces considerado menor o solo frecuentado por una hermandad secreta de lectores acérrimos. Aunque la barcelonesa, según cuenta por teléfono poco después de recibir la noticia, también quiere recordar sus otras creaciones: novelas, una obra de teatro o un libro de memorias (Cosas que ya no existen, en Tusquets). Curiosamente, se encontraba corrigiendo un relato cuando el ministro de Cultura, Miquel Iceta, la telefoneó para darle la noticia. “Sabía que existía el premio, claro, pero ni se me había pasado por la cabeza que podían dármelo”, explica por teléfono, después de pedir tiempo para abrir una Coca-Cola. Hacía falta un poco de cafeína: después de conocerse la noticia, la han estado llamando sin parar, y ha habido que abrirse hueco entre el continuo tono de comunicando para llegar hasta la escritora.
Fernández Cubas, adepta a Edgar Allan Poe, a Carson McCullers, a Julio Cortázar o a Henry James, es decir, a la mejor tradición del relato universal, que muchas veces transcurre por los caminos más inquietantes, conoce bien los laureles de los premios.
Ya había sido galardonada, entre muchos otros, con el Premio Nacional de Narrativa en 2016 por su obra La habitación de Nona (Tusquets), que también había ganado el Premio Nacional de la Crítica en 2015. Un celebrado compendio de seis relatos que exploraban el misterio y el escalofrío en la vida cotidiana de las ciudades, en la infancia o en la madurez. En esta ocasión, el jurado también ha destacado que “Fernández Cubas es una autora ineludible que nos invita a pensar en los límites entre la realidad y la ficción, una creadora exquisita que siempre quiso contar”.
La autora respeta profundamente el género del relato, su concisión; un artefacto que al escritor se le puede ir de las manos en cualquier momento, y que es un amante “infiel”: “No lo puedes dejar mucho rato, como una novela, porque se te escapa”, dice. Es experta en observar pequeñas irregularidades en una realidad que no es tan apacible como parece y que en cualquier momento puede presentar giros extraños. ¿Por qué lo inquietante, lo fantástico o lo terrorífico es tan consustancial al género del cuento? “Yo creo que es el formato perfecto para burlarse de las leyes del espacio-tiempo”, explica la autora.
En anteriores entrevistas había ahondado en este asunto. “Yo creo en lo que veo… y en lo que no veo. La realidad a mi parecer tiene muchos aspectos que no nos explicamos. Está llena de agujeros negros, por los que caes o te metes, como yo, para investigar. Y también están los sueños”, dijo a este periódico en 2016. “En un cuento importa lo que se dice y lo que se oculta”, según confesó en 2015.
En la vida real le da miedo perder a los seres queridos, o perder la cabeza, pero es ferviente partidaria de un “miedo gustoso”: ese miedo de la ficción “que nos atrapa porque queremos saber más. Es que hay miedos y miedos”. Por cierto, hablando de miedo, acaba de ser Halloween. “Bah, eso me da igual”.