“En un mal día, siempre hay lápiz labial”, dijo Audrey Hepburn
Y qué razón tenía la actriz. Cuando te maquillas los labios, tu rostro cambia y con él hasta tu estado de ánimo. Entonces parece que todo se vuelve más bonito, pero eso solo ocurre si das con el pintalabios adecuado, es decir, con el que más te favorece.
La historia de este producto de maquillaje se remonta a Mesopotamia y Egipto. Nombres propios como el de Cleopatra, la reina Isabel I de Inglaterra y hasta el del cordobés Abu al Qasim al Zahrawi, al que atribuyen la invención de la barra de labios sólida, han marcado un antes y un después en su cronología.
Fue Guerlain la primera marca que, a finales del s. XIX, comenzó a comercializar los pintalabios. Era una barra cubierta por un papel sedoso. El pintalabios hasta ha sido un arma feminista, cuando en Nueva York las sufragistas salieron a las calles con sus labios pintados a defender su derecho al voto. En esta idea influyó el apoyo de Elizabeth Arden que repartió sus pintalabios entre las que marchaban en la protesta en 1912. Y a partir de ahí comienza una historia de amor del pintalabios con el mundo del cine y las celebridades. Audrey Hepburn, Marilyn Monroe y una larga lista de estrellas del celuloide, la música y la moda que han marcado historia con su uso del labial. Las posibilidades en cuanto a pintalabios de han multiplicado desde que se in-ventara y se utilizaran piedras preciosas trituradas o escarabajos carmín.
La teoría del pintalabios rojo («The lipstick effect») explica que, en épocas de crisis, las ventas de barras de labios y, en especial, las de color rojo- suben considerablemente. Lo que al principio solo era una consideración de Leonard Lauder (presidente de Estée Lauder) se pudo demostrar con datos tras diferentes crisis como la del 29 y las sufridas en los 80, 90, y en las sucesivas.